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abril 25, 2022

Heredad

 

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El día que dejaste de estar a mi lado, sólo veía oscuridad. El tiempo cura heridas y es real. Pasaron muchos años, pero diciembre es muy significativo, mi mente grabó a fuego ese momento que te fuiste, dejándome un vacío terrible, ¿por qué buscamos escondernos en los recuerdos? ¿Tal vez será para sentirnos pequeños y no dejar de sentirnos hijos? En mi melancolía quede dormida, sosteniendo en mis manos una cafetera, rescatada, porque es lo único material que tengo. Y ese recuerdo de ir de la mano de mi padre a buscar ese regalo para tu día, el de la madre, solíamos cubrirte de cosas, todas acompañadas con dos florcitas de nomeolvides, pero esta vuelta fue diferente, pasamos por el Emporio de la loza, y me deslumbró una mesa con un juego de platos blancos de borde dorado y unas delicadas flores de durazno, con bellas copas talladas con estrellitas, nos miramos con mi padre y decidimos comprarlo, tú rostro de sorpresa, fue increíble.
Siempre me decías que en lo simple se encontraba lo más bello, así eras mi querida Aniuska, después, cuando mi padre se fue a tu encuentro, quede rodeada de recuerdos sin besos, ni caricias. Repartimos todo con mi hermano, en ese momento me costaba separarme de lo material Pero lo que nadie pudo tomar fue la herencia más valiosa de ambos, que asimile muchísimo: el respeto a la vida hasta lo más insignificante, la firmeza, la cordura, eso fue y es solo mío, es mi mejor herencia, lo material no tiene valor, pero hay algo que no puedo perdonarme, mi viejita querida, es no haberte dicho lo mucho que te quería


Como remolinos de viento, 
pasan los recuerdos,
me dejaron un cofre de sueños
Solo espero que vengan 
a buscarme
tomarlos de la mano
y ser felices otra vez

Liliana Taranto - Taller de la Luna



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