¿Estamos de acuerdo en que nos encanta comer? Desayunos, almuerzos, meriendas, cenas, lo mismo da. Y si la comida es compartida, mucho mejor.
Por eso queremos traerles nuestras recetas, las clásicas, las que más nos gustan, las que nos inventamos, las que nos sacan del apuro. Pero con una vuelta de tuerca, con nuestra impronta, con la intervención de nuestra pluma mágica (porque, además de comer, nos apasiona escribir).
Vayan a lavarse las manos que la mesa está servida.
Bon appetit!
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Cocinar no es mi pasión, ya asumí que lo hago por necesidad y nada más. Pero de vez en cuando me “gusta” hacer una receta sencilla de pocos ingredientes para la hora del mate. Y digo que me gusta porque no es algo que estoy obligada a hacer, es algo que hago por elección.
Generalmente me surgen las ganas cuando me tiro en la cama a ver la tele, después de almorzar, a eso de las tres y pico de la tarde de un domingo, como ahora. Elijo la receta según los ingredientes que tengo en casa, tratando de que sea algo bastante sano. Agarro las cosas que necesito y las pongo en la mesada, junto con un bowl. Tengo que reconocer que mitad sigo la receta y mitad lo hago a ojo.
Leo la receta, y agrego 2 huevos, mientras me acuerdo que tengo que reponerlos el lunes sino se van a acabar. Piso dos bananas en un plato, lamentándome por no haber colgado la ropa temprano aprovechando el sol, y las vuelco en los huevos. Busco una cuchara para poner 150 gramos de harina integral mezclados con 150 gramos de avena, preocupada porque se está por vencer la cuota del viaje de egresados y todavía no la pagué. Le agrego una cucharadita de polvo para hornear, que casi me olvido por pensar en el disfraz de gaucho que tengo que improvisar para el próximo jueves. Mezclo todo con ganas, y de golpe me viene la imagen de la vitamina que no tomo desde ayer…me da risa pensar que puede ser la causa de mi batido lento. Sigo con una cucharada sopera de aceite, ¿cuántos kilómetros faltaran para el próximo cambio de aceite del auto? Cuando termine me voy a fijar en el cartoncito que guardo en el parasol. Otra vez uso la misma cuchara para medir 200 gramos de azúcar, mientras me culpo por no tener stevia y así no tendría que preocuparme de la resistencia a la insulina de Sol.
Lista la mezcla la vuelco en un molde, y al horno. Cuarenta minutos y está lista, la dejo enfriar, preparo el mate. Llamo a todos a merendar…me siento, tomo el primer mate, como la primera porción… ya no pienso en nada… solo por un rato.
Cintia García - Taller El megáfono al sol
👏👏👏👏👏👏👏👏
ResponderEliminarCosas cotidianas, de gente de a pie. Hechos que parecen intrascendentes. Pero están llenos de ternura, dedicación, cálidez, amor. Simple y bello ! Me encantó. ¡ Gracias !
ResponderEliminarBuenísimo! Qué hambre!!
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