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febrero 17, 2023

Todos los días

 Un hombre sentado impávidamente en un banco de una plaza se masajea distraídamente la piel de su frente. Inesperadamente alguien se sienta a su lado haciendo gestos extraños con la cara, moviendo sus labios, haciendo el esfuerzo por transmitir algo para lo cual no está preparado. Sabe perfectamente que quien lo escuche tampoco lo estará.

-Todos envidian mi aspecto, joven, enérgico, sin edad. Conociendo mucho del pasado, sin entender demasiado del presente, pero aquí estoy, elijo detenerme un momento y hablarle sobre mí, a modo de confesión. Le pido tenga la amabilidad de escucharme sin juzgarme, no se asuste, no le pido más que esto, luego me iré y no nos volveremos a ver.

Ambos, sentados en el banco de una plaza, absolutamente desconocidos uno del otro. Uno habla mucho, el otro solo rumia mientras asiente acompasadamente con la cabeza el relato de su visitante anónimo.

-Con el tiempo deje de extrañar. Tiempo!!! Qué palabra!!. ¿Cuanto hay detrás del tiempo? ¿Cuánta gente? ¿Cuántos sentimientos?. Como le dije, con el tiempo deje de extrañar a quienes comparten su camino conmigo y también dejé de sentir. No tiene sentido apegarse a todo aquello que, con el tiempo, queda atrás y desaparece.

El hombre que habla se queda callado un instante mientras contempla un horizonte imaginario, rememora quizás tanto camino andado. Seguramente esté recordando cómo se veía el paisaje un tiempo indeterminado hacia atrás. El hombre que escucha se extrañó de su silencio y tuerce su cabeza para contemplarlo aunque tal vez no solo lo contempla.

-El tiempo!!! Cómo podría importarme el tiempo, es mío, lo estiro a mi antojo, desde no recuerdo cuando. Parece extraño, pero no recuerdo desde cuando. Se preguntará: ¿Desde cuándo qué? Desde cuando el tiempo no pasa para mí, desde cuando no me pesa ni me atormenta. Realmente no lo recuerdo. Todo a mi alrededor sigue su curso, yo lo quise así, me lo propuse, dar todo y dejar todo. Así fue, nada a mi alrededor persiste tanto como yo, al principio fué doloroso ser abandonado siempre abandonandolo todo. Luego aprendí a no aferrarme a nada, solo veo transitar la existencia de todo lo que me rodea.

Una mariposa vuela delante suyo y desaparece entre unos arbustos.

-Un día!!!, solo un día. Toda una vida en un solo día. ¿Cuánta desesperación sentirá esa mariposa sabiendo que solo tiene un día? Si no tuvo opción de vivir todos los días, difícilmente entienda que un día es muy poco. Nunca volará más rápido solo porque su vida se desarrolle en un solo día. Yo tengo todos los días, acá, en la palma de mi mano, todos los días son míos y veo la desesperación de la gente que solo vive una vida que no es más que un puñadito de días, los veo correr, apurarse, terminar rápido, anticiparse; Es razonable, es solo una vida, usted entiende. 

-Seguramente usted se preguntará cómo fue que lo logré. Busqué incansablemente, cualquiera pensaría que vendí mi alma, sin embargo, solo se trató de hablar con la persona correcta usando las palabras precisas. Nunca se volverá a cruzar con ninguna otra persona que haya logrado este don. No debería saberlo nadie, solo sentí la necesidad de compartirlo, mejor me despido, mi tiempo no se agota pero el suyo sí. Espero sepa usted aprovechar su vida, al fin y al cabo es solo una y solo suya.

El hombre que lo escuchaba lo miró con absoluta compasión comprendiendo el sufrimiento que ese hombre no pudo callar, se marchó con una inclinación de su cabeza en un mínimo ademán de saludo, aunque tal vez no solo fue un saludo. El hombre que hablaba comenzó a envejecer.


Martín Raimondi - Taller del Mate



 

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