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noviembre 20, 2023

Sueños animados

 El sonido es el de siempre. Murmullos que no dicen nada, ruido a mate y bombilla, baldes volcando arena. Apenas los puedo escuchar porque hay uno superior, supremo, omnipresente. Un sonido que relaja o asusta, un sonido que da paz o violencia: el mar en todo su esplendor. Y a mi derecha, un acantilado infinito, asfixiante.

Las olas parecen crecer sin parar y el mar cada vez muestra más su poder. La imagen es la de siempre: yo parada entre el mar y el acantilado, las olas ganando espacio. De repente el mar golpea el acantilado y se lleva todo lo que está en el medio, incluso a mí, incluso los baldes, los mates, las sombrillas… Todo se vuelve caos y ausencia.

Me despierto de golpe con un peso en el pecho y el aire entrecortado. Estoy bien, estoy en casa, no tengo de que preocuparme. ¿O sí?  Quizás es hora de ocuparme de esas cosas que me asfixian y tratar de salir a la superficie y así dejar de soñar que el mar se desborda. Y me lleva.



Cintia García

Taller el Megáfono al Sol




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