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noviembre 18, 2023

Los cautivos





Y me pregunto sobre mi fascinación por esa película, quizá porque es una de las cosas que tengo en común con mi padre junto con nuestra enorme admiración por Ángel Vargas.
Y me pregunto por esa ciudad que fantaseo con conocer, -aunque tengo miedo de que no sea como la imagino-, y ese temor de no encontrar el Café de Rick con sus paredes de cartón piedra, y ese temor de no encontrar al gordo que regentea el Blue Parrot, y de no encontrar a Uriarte acribillado a balazos por haberse robado los salvoconductos para salir de esa ciudad, ciudad de cautivos.
Quizá me da miedo saber que -contradiciendo lo decidido por Mr. Blane- ella no partió en el avión con Lazlo, sino que se quedó junto a Rick y tuvo una familia.
 Pero esto no es posible porque él no puede ser ahora un abuelo rodeado de niños que le piden ir a McDonald´s; él está condenado a ser un tipo hermético que fuma hasta la extenuación pensando en ella, pero orgulloso de haber sabido hacerla feliz mandándola a América.
Y me doy cuenta de que yo también los tengo cautivos y no los dejo salir, solo quiero seguir disfrutando del momento en que la pareja de búlgaros gana en la ruleta lo justo para poder evitar que la joven tenga que pagar la visa a a Renault con sus favores.
¡Es que es tan intensa, es tan magnífica esa caleidoscópica muestra del ser humano con sus miedos y sus heroísmos! Cada vez que veo este film lloro, pero no es un llanto acotado, emocionado, sino que moqueo y hasta me da hipo mientras Rick lee la nota en que ella no sólo le dice que no puede verlo más, que no le pregunte por qué, que le crea...y que lo ama… y la lluvia va borrando la nota. 
Y entonces, soy yo la cautiva de esa melodía que me recuerda que no importa lo que el futuro traiga, que un beso es un beso y que un suspiro es un suspiro, según pasan los años y el tiempo.

Mónica González
Invitada especial


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