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julio 14, 2022

La torta de ricota de Doña Juana

 

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Hace un par de meses salí a hacer compras y en mi puerta me crucé con Marta. Entre saludos y disculpames, me pidió la receta de la torta de ricota de mi mamá. Le dije que después se la pasaba.
Una semana después, la encontré en la parada del colectivo. Su pedido fue el mismo y mi respuesta también.
Al mes, aproximadamente, de esos cruces vecinales, fui al almacén y allí estaba Marta. Entre risas y sonrojos le dije que ya se la escribía en un papelito.
Las cosas importantes se escriben en papelitos.
En ese papelito escribí la receta de la torta de ricota de mi mamá. Era la más popular del barrio (su torta de ricota) (y mi mamá también). Era el peaje que pagaba para ir a los cumpleaños, casamientos, bautismos, y todos los etcéteras que se te ocurran .
Ahora la hago yo. Me apropié de esa parte de la herencia, la culinaria, de "Doña Juana".
 
Pones en la mesa dos tazas de harina leudante y una de Maizena en forma de corona. Las tazas son los jarros que se usan para el desayuno, no las chicas de té.
En el centro colocas casi doscientos gramos de manteca blanda, la aflojas un poco con la mano y le agregas una taza escasa de azúcar, lo seguís mezclando y le incorporas dos huevos y una clara, esencia de vainilla y ralladura de lo que te guste, limón o naranja.
Cuando juntaste todo lo del medio, le vas incorporando la harina de alrededor sin amasar demasiado.
Mi mamá la dejaba sobre la mesa mientras preparaba el relleno, yo la guardo en la heladera.
Colocas en un recipiente novecientos gramos de ricota, tres cuartos de taza de azúcar, lo que te quedó del paquete de manteca, esencia, ralladura, mezclás y probás. Si está a tu gusto le agregas una yema.
Lo demás, ya lo sabés. Separas en dos partes la masa, colocas en una pizzera enmantecada y enharinada la parte más grande estirada, le agregás la ricota y tapas con la otra parte.
Mi mamá decía que a los 25 minutos ya podías empezar a ver si estaba. En mi casa tarda una hora.
¿Sabés una cosa? Las últimas veces que la hizo viviendo en su casa, siempre tenía algún defecto o se olvidaba de ponerle algo. Lo que nunca le faltó fue el Amor.

Mary Brucculeri - Taller de la Luna


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