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Atrapado en mi rutina de sábado a la noche intento salir, caminar, correr, escaparme; o vivir el sábado de otra persona, pero me paraliza la libertad plena sin tener donde ir o hacia donde huir.
Sentado en el sillón entiendo que lo mejor es pedir algo de cenar y como siempre, como cada sábado llamar hasta que atiendan, mientras tanto decidir entre tantas opciones que ya me aburrieron, hacer el pedido y luego esperar, esperar, esperar.
Mejor cocino yo, ese sería un gran cambio, los ingredientes los tengo y así evito el tiempo ocioso y mi aburrimiento.
Ocupo algo de mi conciencia en repetir la única receta que pudiera recordar.
Anoto en una parte de una hoja todo lo que recuerdo y controlo tener los ingredientes.
Separo harina, levadura en una tacita con agua caliente, sal, un poquito de azúcar, el tomate en lata, orégano, pimienta y la muzzarella. Listo la mise en place !!! /mi zɑ̃ ˈplas/
Es el momento de continuar con el procedimiento, según tomé nota.
Miro la hoja que escribí hace unos minutos y noto que está desdibujada. Como un escrito con tinta que lo agarró la lluvia.
Cierro los ojos para pensar y recordar nuevamente los pasos. La receta de una masa. Simple.
De pronto me siento confundido y desorientado sin poder ordenar los pasos en mi cabeza.
¿Qué hacer ahora ?
¿Cuándo va el agua? ¿Cuánto?
¿Cuánto tiempo de amasado?
¿Cuánto tiempo debo cerrar los ojos hasta recordar ?
¿Cuanto debe levar ….?
¡Leven anclas!
…y mi mente vuela, sin resolver, solo siente el aire fresco, ir a barlovento limpia mi mente. no importan los motivos del capitán, siempre prefiero esa dirección.
El vaivén no me deja pensar pero me permite meditar, tener la mente en blanco.
Comienzo a medir correctamente los ingredientes. Estoy tan acostumbrado que puedo hacerlo con los ojos cerrados. Si las cantidades no son correctas, no tiene importancia, no habría sobras. Nunca las hay. Incluso las últimas migas son un festín para las gaviotas.
Comienzo a trabajar intensamente, abro los ojos, aún es de noche y los panes deben estar listos antes del amanecer, los días en el mar son difíciles y la tripulación va a necesitar toda la energía que pueda darles.
Martín Raimondi - Taller del Mate
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