Mamá, hace 14 años que decidiste partir y seguís por acá mandando señales, en una canción, en una frase que recuerdo de golpe, en un sabor, o en el olor a café recién hecho.
Mamá era una excelente cocinera, le gustaba amasar pastas, pizzas, y cocinar verduras de diferentes maneras. Cada plato tenía algo especial. También le gustaba preparar postres, tortas y cosas dulces. Hacía unas masas hojaldradas con dulce de leche que eran un poema. Nunca volví a probar algo tan rico. ¡Y qué decir de su isla flotante! Una delicia al paladar.
Ayyyyy, las tortas fritas con mates. Los mates y el café también eran especiales, tenían la magia de su amor. La veo cocinando en ese lugar especial, porque ella lo hacía especial. Siempre tenía la pava con agua caliente para unos mates y su ternura. También en esa cocina pasaron cosas tragicómicas.
Un día se desarmó el extractor de aire y mi mamá quedó atrapada entre esa campana y el electrodoméstico llamado cocina. A ver, cómo explicarlo…se veía su cuerpo y en vez de cabeza estaba el extractor, yo que siempre tuve mucha imaginación, pensé que se había quedado sin cabeza y en lugar de ayudarla quedé paralizada mirando.
Después al ver que no le pasó nada nos reímos juntas del accidente casero y de mi ocurrencia.
No heredé su amor por la cocina. Ahora me arrepiento de no haber aprendido a cocinar con ella. Si pudiera volver el tiempo atrás por un rato, me quedaría aprendiendo a hacer comidas ricas, compartiendo y atesorando sus recetas.
Algunas cosas aprendí, bocaditos de acelga, pescado marinado primero con harina y luego con huevo, pollo al horno con jugo de naranjas y manzanas verdes fileteadas, canelones de verduras.
También cocino otros platos, pero no soy una genia cocinera
Una vez estaba preparando una pascualina de acelga, y puse a hervir los huevos. Me habían dicho que el tiempo justo de cocción era lo que duraba el Credo, una oración católica, que habla sobre todo en lo que supuestamente se cree. Así que puse a hervir el agua y mientras colgaba la ropa, rezaba el credo, “Creo en Dios Padre todopoderoso…” y como no me acordaba la oración, la volvía a repetir, no sé cuántas veces, porque siempre me olvidaba como seguía.
Cuando apagué el fuego, los huevos habían desaparecido….
¡Oh magia!… ¡Oh, milagro!.
No, justamente no era lo que sucedió, en realidad ... me había olvidado de ponerlos en la olla.
Esas son cosas que suelen pasarme cuando cocino.
Otro día, estaba preparando unos bombones y casi prendo fuego la cocina, literal. Les cuento que se pone alcohol en los moldes para que los bombones salgan brillantes y no se peguen.
Yo dejé el alcohol cerca de la hornalla, no me di cuenta, obvio, se cayó la botella y aparecieron lenguas de fuego por todos lados. Pensé que iba a incendiar la casa, pero logré controlar la situación.
La herencia de la cocina se saltó una generación. Mi hijo recibió los dones de su abuMi.
Le gusta ser chef, y también le encanta hacer café, …yo me aprovecho de ello para tener esos mimos que me hacía mi mamá cuando me servía un café y ahora los recibo de su nieto. Y siento que ella está presente junto a nosotros y cerramos un círculo perfecto.
Gladys Di Salvo - Taller del Mate